NADANDO CON DELFINES, Keith Scholey (2020)

La marca de cine de naturaleza Disneynature nos ofrece a través de su servicio de streaming, Disney +, un título sencillo, pero ambicioso en cuanto a la toma de imágenes. 79 minutos de pura fascinación acuática, narrados en su versión en inglés por Céline Cousteau; una productora de documentales estadounidense nieta —nada menos— del famoso explorador marino francés Jacques Yves Cousteau.

El documental se mueve por objetivos y recorre de forma salpicada distintas zonas del planeta, tan exóticas como las aguas de Hawái, las Bahamas o la Polinesia Francesa. En cada lugar trabaja un grupo diferente, encargado de filmar un comportamiento específico. Por eso muestra con bastante frecuencia a los camarógrafos, dentro y fuera del agua, y el equipo que utilizan. Lo que resulta un enfoque interesante para descubrir las técnicas de los cineastas del mundo marino.

Sin duda, la especie estrella es el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), pero intercala con otros personajes secundarios, como la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) o, de forma más breve, el clásico tiburón. Sin orden ni justificación, incide sobre  la vida de los peces en el arrecife, lugar que también frecuentan delfines y tiburones. Esta falta de conexión se debe a que se trata de material reciclado de un largometraje anterior titulado Delfines: La vida en el arrecife (2018), narrado en su versión original por Natalie Portman. Tanto los lugares como los tipos de animales coinciden con las aventuras del joven delfín nariz de botella, Echo. Sin embargo, el documental tiene calidad en sí mismo gracias a que ha conseguido capturar momentos que nunca antes se habían grabado y tiene un aire a «cómo se hizo» aunque no mencione este segundo documental.

Mi conclusión tras ver las imágenes, es que el delfín es un animal altamente social y emocional. Con una estructura compleja, capaz de hacer cosas sin más objetivo que divertirse, e incluso podríamos estar hablando de una cultura que se aprende y se enseña. Todo esto no es lo mismo estudiarlo en la teoría que verlo con tus propios ojos. Tarea, por cierto, nada sencilla, y que Nadando con delfines nos pone en bandeja para nuestro deleite personal.

No es menos interesante el cortejo de la ballena jorobada o el ajetreo que se traen los peces loro y los limpiadores entre el coral. Pero lo que me ha dejado patitiesa es «el lado oscuro del arrecife de coral». Una cueva oscura y peligrosa en la que el equipo se adentra a riesgo de quedarse incomunicados y el consecuente peligro para su vida. Una acción que viene a subrayar lo dura, pero fascinante, que resulta esta profesión.

Quizás en cuanto a estructura no sea un documental para enmarcar, pero las capturas tienen mucho valor para la ciencia del comportamiento, o etología. La calidad de imagen tampoco se puede discutir y en cuanto a la música, nada que añadir. Tampoco es un documental para echarse la siesta. En parte, porque está narrado con una voz femenina melódica, menos monótona. Y por otra parte, por la cantidad de datos interesantes que se pueden aprender fuera de lo habitual de los ciclos biológicos. Si tenéis un rato tranquilo y ningún plan, podéis coger el mando y apuntaros a ver este documental.

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