LOS VERDADEROS ELEGIDOS PARA LA GLORIA, Tom Jennings (2020)

En el contexto de los documentales que tratan el tema de la exploración espacial en sus inicios, tenemos este que cuenta la historia de los primeros astronautas estadounidenses que formaron parte del proyecto Mercury de la NASA. El documental, que puede verse ya en Disney +, tiene una duración de hora y media y está dirigido por Tom Jennings y producido por 1895 Films para National Geographic.

Desde el principio la narración deja claro que existe un sesgo hacia lo estadounidense. Estamos a finales de los años cincuenta y los soviéticos han lanzado con éxito su primer satélite, el Sputnik 1, que comienza a orbitar la tierra. Esta exhibición científica y tecnológica pone en alerta a los Estados Unidos, que temen poder sufrir un ataque intercontinental. Dispuestos a ser más que ellos, deciden acelerar los programas de desarrollo espacial para ser los primeros en conseguir algo que la competencia aún no haya logrado. A esta competición se la conoce como la carrera espacial.

Para llevar a cabo el proyecto se hizo una selección entre pilotos de prueba militares. Solo siete fueron los afortunados: Shephard, Grissom, Glenn, Carpenter, Slayton, Schirra y Cooper. Antes de dar comienzo las misiones, fueron presentados públicamente y pronto alcanzaron una gran fama gracias los medios de comunicación —hasta tenían una canción—. Incluso llegaron a pagar una gran suma de dinero por obtener los derechos para dar a conocer sus vidas personales. Es por esto que el documental hibrida la parte profesional, dedicada al entrenamiento y a las misiones, con la parte más íntima dedicada a la familia y su experiencia con la gente. Una exposición pública que los hizo «más humanos», que conectó con los estadounidenses e hizo que siguiesen con entusiasmo el desarrollo del proyecto Mercury. Para ello se muestra material audiovisual inédito procedente de noticias, reportajes de radio y audios de la NASA no mostrados anteriormente.

Cuando comienzan las misiones lo hacen tras un jarro de agua fría. Apenas veintitrés días antes de que Shephard, el primer astronauta norteamericano, partiese en un vuelo suborbital, Yuri Gagarin no solo había alcanzado el espacio sino que había conseguido orbitar una vez la tierra. De nuevo los soviéticos se les habían adelantado. Esto tampoco lo consiguió el segundo astronauta del país: Grissom completó la misión con un éxito parcial envuelto en polémica y, tal como muestran las imágenes, a punto estuvo de perder la vida. Mientras el presidente Kennedy anuncia que es necesario llegar hasta la luna para dejar al país en buena posición, Glenn consigue orbitar tres veces la tierra en la Friendship 7 al tiempo que descubre unas «luciérnagas» espaciales. El documental desvela también que estuvo a punto de no ser astronauta en el último momento a causa de su mujer. El cuarto astronauta, Carpenter, sustituyó a Slayton debido a un inconveniente médico y tuvo la oportunidad de maniobrar en el espacio. Su reentrada causó una gran incertidumbre y es quizás la que mayores nervios puede provocar en el espectador. En cuanto a los pilotos Schirra y Cooper, se mencionan sus logros aunque sin recrearse, pasando a comentar el programa Apolo, el sucesor del Mercury, con el que consiguieron, al fin, anotar un buen tanto en el marcador de EEUU llevando al hombre a la luna.

En general el documental es entretenido, curioso como poco y más si estás interesado en el tema. No se puede hacer una mención especial a la música o al guion, aunque las grabaciones son interesantes porque te hacen ver a los astronautas como seres comunes, valientes, eso sí, capaces de grandes hazañas si se trabaja en equipo. Lo que no entiendo es la decisión de dejar las historias de los dos últimos astronautas al margen. En un documental que se centra precisamente en el tema, uno espera conocer la experiencia de cada uno de ellos y no tratar a Schirra y Cooper como información adicional, que lo mismo daría proporcionarla que no. Como si el tiempo se acabase y hubiese que correr para ajustarse a la hora y media de duración. Si ese es el caso, se podría haber repartido el documental en dos partes de una hora o cincuenta minutos. Otra hipótesis es que el resumen de estas dos misiones esté ligado a la pérdida del interés de la gente en el programa espacial una vez obtenidos los primeros logros. Esto justificaría que se emitiese menos por televisión generando menos contenido audiovisual. En cualquier caso es una pena porque, dentro del programa Mercury, fueron los que pasaron más tiempo en el espacio y de seguro tenían muchos detalles que contar.

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