Dinosaurios, ¡dinosaurios! Se nos llena la boca con esa palabra. Y no es para menos, son grandes, son poderosos, son… seres extintos para alivio del ser humano. No por ello hay menos devoción, y es que estudiando la vida de los dinosaurios los niños (cualquier persona) pueden aprender sobre la historia de la tierra a la par que se divierten imaginándolos en vida. Por eso os presento Los dinosaurios: de juego en juego, un libro que se lee pero con el que también se juega.
Viene en un formato grande, como los dinosaurios, con páginas gruesas que son en realidad ocho tableros de juego con distinta dinámica, repletos de información relacionada con la etología (comportamiento) de estos seres y su contexto eco-paleontológico. No se trata de una guía de dinosaurios. En la parte interior de la portada se abre una solapa donde se encuentran encajadas en el cartón cinco fichas azules (4 herbívoros + una niña) y cinco fichas naranjas (4 carnívoros + un niño), además de una ruleta numerada del 1 al 6 que funciona a modo de dado. Comienza con un texto que trata la aparición de los dinosaurios y un índice de los distintos juegos con su objetivo y el número de jugadores que podrían participar. En cada doble página, además del tablero, se puede encontrar una breve explicación junto a las instrucciones de juego. Ahí vamos:
JUEGO 1: ¡Adelante la vida!
Bien. No es un juego sobre dinosaurios pero toda historia necesita un contexto. Los jugadores se sumergen en una montaña rusa para descubrir la historia de la vida. Subidos a un dinomóvil y girando la ruleta para avanzar con las fichas, los niños (y no tan niños) comienzan su travesía bajo el mar, como la vida misma, y emergerán a tierra coincidiendo con la aparición de los primeros anfibios. Un viaje a través de las eras salpicado de información y temibles casillas de «extinción», donde debes esperar dos turnos, y que corresponden a las distintas extinciones masivas de la tierra. Incluyendo por supuesto la de los dinosaurios, la quinta y última registrada. Si suprimimos las casillas quedaría un bonito póster artístico-didáctico, con interesantes ilustraciones de Daniel Kerleroux a las que quedarse mirando embobado; como ocurre con los libros de ¿Dónde está Wally?
En general es un juego muy recomendable a pesar del «pero». Porque hay un «pero» en los nombres de las eras geológicas de la tabla que aparece en la parte inferior derecha. Podemos aceptar que por no recargar de información a los niños y porque el libro va de lo que va, hayan resumido más de cuatro mil millones de años con el término informal del supereón «precámbrico». Pero también aparecen las eras primaria, secundaria, terciaria y cuaternaria que han pasado a llamarse respectivamente eras paleozoica, mesozoica y cenozoica, quedando el cuaternario como un periodo dentro de la era cenozoica, por lo que puede llevar a confusión. No podemos achacar esto a la fecha de publicación del libro (2008), ya que los cambios estaban actualizados en ese año y anteriores según la International Stratigraphic Chart, entre nosotros «la que manda en esto de los nombres».

Pero, ¡eh! que nosotros lo que queremos son dinosaurios, ¿no? Pues entonces abróchate el cinturón y jamás, ¡jamás! te bajes del dinomóvil.
JUEGO 2: Dinomanía
Quizás un descenso en la montaña rusa en cuanto a dinámica se refiere, pero es un clásico muy didáctico: el objetivo es descubrir los diferentes grupos de dinosaurios y sus características. Para ello los niños deben leer primero la información que se encuentra en las paredes de un museo lleno de esqueletos. En silencio apuntan en un papel el nombre del dinosaurio escogido y los demás deben adivinar en tan solo tres preguntas, a las que responderá «sí/no», el nombre del dinosaurio escogido. ¡Para auténticos amantes de los dinosaurios!
JUEGO 3: Partida de caza
Una ruleta, una ficha y casillas para avanzar en la vida de un pequeño dinosaurio carnívoro que deberá sobrevivir a distintos peligros. Las casillas en rojo tienen consecuencias. El objetivo educativo es el de conocer las diferentes estrategias de ataque y defensa de los dinosaurios, aunque el juego resulte estimulante la información se resume en: persecución, ataque, huída, carroñeo y lucha entre iguales. Quizás se quede corto pero al menos no resulta espeso.
JUEGO 4: Paleomisión
Una verdadera sorpresa y por tanto una verdadera joya. Juzguen los métodos los profesionales, pero la intención es exquisita. Los jugadores se pondrán en la piel de un paleontólogo para extraer y preparar un esqueleto fosilizado. Desde el proceso de fosilización de un tiranosaurio hasta la llegada de los trabajadores al campamento base; queda un duro trabajo por delante: el estudio geológico, la excavación, el descubrimiento del yacimiento, las fotos, retirada del fósil, preparación de los «huesos», numeración… quien consiga llegar al laboratorio con todos los huesos (y los que falten fabricarlos con resina), presentará su descubrimiento en el congreso de ciencia. Este juego puede ayudar a los niños que desean convertirse en paleontólogos a hacerse una idea de la situación.
JUEGO 5: La carrera del huevo
¿Recordáis el juego de las canicas? Pues aquí se tienen que conseguir 60 puntos acertando con las fichas en nidos con diferente valor. El jugador es un Bampiraptor que roba los huevos de los Maiasaurios o «lagartos buenas madres» según el juego. Con lo que si eres un poco sensible se te romperá el corazoncito de depredador y no te importará mucho si no ganas. ¡Lo importante es aprender! En este caso: técnicas de puesta de los dinosaurios, datos sobre medidas del nido, número de puesta, características de las crías…
JUEGO 6: Hambre feroz
Como el nombre indica: hábitos alimentarios. Es un ajedrez donde se enfrentan las fichas de carnívoros y herbívoros, que tendrán diferente tipo de movimientos según su condición. En campo contrario, como en el fútbol, hay una casilla-portería central de color rojo, «Gastrolitos» en terreno herbívoro y «Coprolitos» donde los carnívoros, por la que tendrán que escapar antes de que les ocurra nada. Una dinámica de juego muy interesante.

JUEGO 7: ¡Sálvese quien pueda!
¡Y tanto! El meteorito está cerca, se avecina la extinción, hay un laberinto en llamas del que hay que escapar antes de que sea demasiado tarde. Una tensión solitaria que por ello la hace más tensa: los jugadores deben cronometrar el tiempo que tardan en encontrar la salida, y si es en solitario ponerse un tiempo límite. ¿Pero quién es capaz de escapar de una tierra en llamas? Si los niños son de los que se entusiasman, los gritos están asegurados. La pena es que solo se puede jugar una vez porque a la segunda ya se conoce el camino. ¿Pero qué camino? ¿Acaso las extinciones dan segundas oportunidades? Siempre puedes encontrar otra víctima inocente… O leer con melancolía lo que ocurrió tras la caída del meteorito.
JUEGO 8: En tierra de dinosaurios
¡El colofón! Se trata de una historia-juego en la que el jugador toma las decisiones y con ellas viaja de casilla en casilla. Ideal para jugadores en solitario. Recrea la historia de un grupo de paleontólogos que en 1948 se internó en el desierto del Gobi, al sur de Mongolia, en busca de fósiles. Las decisiones pueden llevar a caminos llenos de éxito o de fracaso. En cualquier caso es un viaje agradable que podría estimular el hábito de lectura en el niño al querer volver a empezar para encontrar otro final. Y lo de «agradable» lo digo yo que acabé electrocutada en una tormenta en medio del desierto. El ilustrador, muy pícaro él, inmortalizó el momento que os comparto. Sin resentimientos.

En resumen, a pesar de algún bajón pasable según la evaluación del comprador, a partir de los siete años este podría ser un libro adecuado si queréis «meter el gusanillo» de los dinosaurios a los niños, sin agobios, o ser todo un mundo de deleite para aquellos que sean ya unos expertos y quieran compartir su sabiduría con el resto con la excusa del juego.
Título: Los dinosaurios (De juego en juego)
ISBN-13: 978-8467523027
Editor: EDICIONES SM

Doctoranda en Biología, editora y escritora cuando la vida me deja. | Las vacunas salvan vidas y la única tierra plana que venero pertenece a Terry Pratchett.