Las Cataratas de Sangre de la Antártida

Entre los años 1910 y 1013 los británicos lideraron la llamada Expedición Terra Nova a la Antártida con la intención de estudiar el continente, accediendo al mismo a través del mar de Ross. Entre los participantes se encontraba el geólogo Thomas Griffith Taylor (1880-1963), de origen australiano, encargado de realizar prospecciones geológicas. Durante una de las incursiones, llevada a cabo entre enero y marzo de 1911 en el estrecho de McMurdo, él y su equipo descubrieron un valle que ahora lleva su nombre y un glaciar de más de cincuenta kilómetros de longitud. El glaciar había sido ubicado previamente a principios de siglo pero se pensaba que era la continuación de otro glaciar y no uno independiente, como certificó Taylor. De la lengua del glaciar fluía hacia el exterior un líquido de color rojo que parecía provenir de las profundidades. Este fenómeno se conoce como las Cataratas de Sangre.

En un inicio se pensó que el color estaba relacionado con la presencia de algas rojas en el agua, pero no era así. Investigaciones posteriores determinaron que el glaciar Taylor mantiene un fondo marino aislado con una concentración de sal tres veces superior a la media (~ 1375 mM Cl). En esa salmuera, a la que no llega la luz del sol ni el oxígeno, viven en torno a diecisiete microorganismos capaces de metabolizar iones de azufre (SO42-) y hierro (Fe2+) del lecho rocoso para sobrevivir en condiciones anóxicas. Nunca antes se había visto tal interacción entre ambos ciclos bioquímicos. En palabras de la geomicrobióloga Jill Mikucki: «los organismos usan sulfato como catalizador para «respirar» con hierro férrico y metabolizar las cantidades limitadas de materia orgánica atrapadas con ellos hace años». Además de arreglárselas para convertir el ferrico insoluble en ferroso soluble.

Zina Deretsky / National Science Foundation.

Se ha calculado que este ecosistema se quedó aislado del resto del mar de Ross hace 1,5 millones de años. Después, el avance del glaciar acabó por sepultar esta «piscina» de 4 kilómetros bajo 400 metros de hielo obligando a las distintas formas de vida a extinguirse o adaptarse al frío (-5,2 / -7 °C), la oscuridad, la carencia de alimento y la falta de oxígeno. Muchos de los linajes de origen marino acabarían perdiéndose pero entre los supervivientes encontramos bacterias de los filos Proteobacteria (géneros Desulfocapsa, Marinobacter y Thiomicrospira) y Artibacteria; y arqueas del filo Pacearchaeota. Estudios con Marinobacter gelidimuriae sp. nov. (cepa BF04 CF4) han descubierto genes relacionados con la adaptación al frío y a la salinidad, así como una concentración de ácidos grasos que ayudarían a mantener la fluidez de la membrana celular a bajas temperaturas.

El estudio de estos microorganismos sostiene la hipótesis de la glaciación global que, se cree, ocurrió hace entre 580 y 750 millones de años; cuando la tierra quedó cubierta por una capa de hielo hasta casi el ecuador, dándole un aspecto de bola de nieve. El mismo aspecto que presentan otros cuerpos celestes como Europa, uno de los satélites de Júpiter candidato a albergar vida por el océano líquido que mantiene bajo una gruesa capa de hielo. En cualquier caso sirven de entrenamiento para cualquier astrobiólogo que se precie y es que, aparte de desarrollar el árbol filogenético y un metabolismo general, no existe mucha información acerca de las especies concretas.

Lo que sí sabemos del fluido rojizo que puede verse de forma episódica, es que correspondería a esa salmuera rica en hierro que se oxida al contacto con el aire a medida que fluye al exterior. La importancia del hallazgo hizo que en 2012 los Estados unidos propusieran declarar el lugar Zona Antártica Especialmente Protegida.


Referencias e información más específica

BADGELEY, J., PETTIT, E., CARR, C., TULACZYK, S., MIKUCKI, J., & LYONS, W. (2017). An englacial hydrologic system of brine within a cold glacier: Blood Falls, McMurdo Dry Valleys, Antarctica. Journal of Glaciology, 63(239), 387-400. doi:10.1017/jog.2017.16

CAMPEN, R., KOWALSKI, J., LYONS, W.B., TULACZYK, S., DACHWALD, B., PETTIT, E., WELCH, K.A., MIKUCKI, J.A. (2019) Microbial diversity of an Antarctic subglacial community and high‐resolution replicate sampling inform hydrological connectivity in a polar desert https://doi.org/10.1111/1462-2920.14607

CHUA, M.J., CAMPEN, R.L., WAHL, L., GRZYMSKI, J.J., MIKUCKI, J.A. (2018) Genomic and physiological characterization and description of Marinobacter gelidimuriae sp. nov., a psychrophilic, moderate halophile from Blood Falls, an antarctic subglacial brine, FEMS Microbiology Ecology, Volume 94, Issue 3, March 2018, fiy021, https://doi.org/10.1093/femsec/fiy021

GROM, J. (2009) Ancient Ecosystem Discovered Beneath Antarctic Glacier. Science. Online. April 16. https://www.sciencemag.org/news/2009/04/ancient-ecosystem-discovered-beneath-antarctic-glacier

MIKUCKI, J.A., PEARSON, A., JOHNSTON, D.T., TURCHYN, A.V., FARQUHAR, J., SCHRAG, D.P., ANBAR, A.D., PRISCU, J.C., LEE, P.A., (2009). A Contemporary Microbially Maintained Subglacial Ferrous «Ocean». Science. 324 (5925): 397–400

Imagen principal – Pinterest – Les Ovnis

Imagen esquema del glaciar – Credit: Zina Deretsky / National Science Foundation.

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