En el año 2009 se detectó el robo de 299 especímenes de aves en el Museo británico de Historia Natural en Tring. En él se guarda una de las mayores colecciones de aves exóticas, siendo la segunda colección ornitológica más grande del mundo. Alberga 750.000 aves disecadas, lo que representa al 95% de las aves vivientes. Entre ellas se incluyen especies de la Lista Roja de especies amenazadas. Respecto a los ejemplares sustraídos había preciados quetzales y cotingas de centro y sur América, cuervos indios, pergoleros y parte de las aves del paraíso que Alfred Russel Wallace había embarcado desde Nueva Guinea.
La importancia de estos ejemplares no radica tanto en su valor monetario, como en su potencial para servir a futuros investigadores. La colección del museo de Tring es referente porque por ejemplo dispone de huevos previos al uso de pesticidas como el DDT, lo que permite hacer valiosas comparaciones. Se pudo comprobar, por ejemplo, que unos de los efectos del DDT era que la cáscara de los huevos fuera más fina y de menor viabilidad. En otra investigación se concluyó el incremento de los niveles de mercurio en los océanos con el estudio de 130 aves marinas.
Por tanto era crucial dar con las aves desaparecidas antes de que fuera irremediable. Las investigaciones condujeron hasta la residencia de un joven flautista de 22 años llamado Edwin Rist. Se encontraron aún 191 ejemplares intactos, pero solo 101 conservaban sus etiquetas, que resultan imprescindibles desde el punto de vista científico. No ya solo por la identificación del ejemplar, sino porque contienen datos asociados como quién lo cogió, dónde y cuándo.
¿Pero qué había pasado con el resto de aves? ¿Qué interés tenía un flautista de la Royal Academy de Londres en especímenes de museo? La respuesta está en la pesca. El chico era aficionado a la pesca con mosca, en la cual se usan vistosas plumas para colocar como señuelo. Y Rist había visto en las aves del museo una gran fuente de material para su afición a la pesca. Y la de otros, ya que su intención era vender los restos de las aves en forma de moscas de pesca. Con el dinero pretendía comprarse una nueva flauta y mejorar su estilo de vida.
¿Y cómo logró efectuar el robo? En 2008 Rist consiguió acceso a la colección de aves del Museo con la falsa intención de hacer unas fotografías. Con la información obtenida de localización de cada sala y los puntos de entrada y salida elaboró un plan que ejecutó al año siguiente. Sin embargo no fue muy cuidadoso con su rastro en la red en lo referente a la venta del material. Finalmente fue arrestado el 12 de noviembre de 2009. En su condena se le obligó a pagar 125.150 libras.
Referencias
https://www.nationalgeographic.com/news/2018/04/wildlife-watch-feather-thief-fly-tying-birds/
https://www.smithsonianmag.com/science-nature/great-feather-heist-180968408/
https://www.bbc.com/news/uk-england-beds-bucks-herts-11748586
https://www.nytimes.com/2018/06/01/books/review/kirk-wallace-johnson-feather-thief.html
Crédito imagen: Alexas_Fotos vía Pixabay

Doctora en Biología. Interesada por la divulgación de la ciencia.