No se trata de «cubito» mal escrito o del nombre de un perro, sino de la unidad de información en la que se basan los ordenadores cuánticos. Cúbit viene de quantum bit, que en inglés se abrevia como qubit y que en español se traduce como cúbit. Los ordenadores tradicionales trabajan con bits, que siguen estrictamente las normas de la lógica. Son como interruptores que pueden estar en posición de encendido, uno, o de apagado, cero.
La novedad de los cúbits es que además de uno y cero pueden estar en un estado intermedio lo que les permite ser simultáneamente uno y cero. Este fenómeno se denomina «superposición» y es la clave de los ordenadores cuánticos para hacer sus operaciones de manera mucho más rápida que los ordenadores basados en bits.
Sin embargo los ordenadores cuánticos aún no alcanzan las capacidades de ordenadores que usamos hoy día. Actualmente hay ordenadores cuánticos de una capacidad entre los cincuenta y los setenta y nueve cúbits. Y es que el desarrollo de estos aparatos no es sencillo. Requieren de estructuras que refrigeren sus elementos hasta temperaturas cercanas al cero absoluto para que los fenómenos cuánticos se puedan dar. Además, el estado de superposición no es permanente y los cúbits se vuelven bits.
Entre las aplicaciones de los ordenadores cuánticos se incluyen la recreación de moléculas. Así por ejemplo los biólogos podrían estudiar todas las formas en que una proteína se puede plegar e interaccionar con otra. Una molécula modelizada hasta el momento es la del agua. Además, los ordenadores cuánticos, entre otras muchas cosas, se podrían utilizar en la resolución de sistemas lineares de ecuaciones para acelerar simulaciones realistas.
Crédito imagen: PIRO4D / Pixabay
Referencias
https://cosmosmagazine.com/physics/quantum-computing-for-the-qubit-curious-1

Doctora en Biología. Interesada por la divulgación de la ciencia.